martes, 15 de septiembre de 2009

El Refugio de Takashi Murakami

Takashi Murakami nación en Tokio en 1962. No tendría ni diez años, cuando un día rescató un viejo libro olvidado en la estantería de la biblioteca de su casa. Cuando lo abrió ante sí aparecieron cientos de pinturas que arrastradas de generación en generación habían llegado, como pequeños tesoros, hasta el momento en que aquel libro había sido editado. Aquello era Arte, se dijo, como descubriendo un mundo que hasta entonces le había sido desconocido. Con los ojos bien abiertos y casi saliéndose de sus orbitas fue pasando hoja tras hoja deleitándose con cada una de las imágenes que iban aflorando. Sin embargo de repente llegó a un autor a partir del cual no pudo seguir leyendo. Algo había sido considerado lo suficientemente especial como para protagonizar toda una hoja. En la obra se observaba a un gigante comiéndose a un ser humano a bocados mientras la sangre manaba a borbotones en un cuerpo ya sin cabeza. Takashi permaneció durante un segundo petrificado observando aquella escena. Era una obra oscura, negra… en la que se podía respirar muerte, nauseas y en la que una sensación de angustia y de agobio se apoderaba de tu cuerpo y de tu mente hasta llevarte a las manos del gigante y sentirte devorado. Takashi cerró el libró corriendo lanzándolo sobre el suelo y escapó corriendo de la biblioteca hasta llegar a los brazos de su madre, donde se refugió entre lágrimas durante algunos minutos. Años más tarde, estudiando ya arte en la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio donde se especializaría en "nihonga", un estilo pictórico centrado en las técnicas y temas tradicionales japoneses, descubriría que aquella obra que de pequeño le había traumatizado tanto y durante tantos años, había sido un cuadro de Goya. Saturno devorando a un hijo.
Takashi recordaría aquel día durante el resto de su vida. Aquel habría sido el momento en que decidiría dedicarse al arte y la pintura durante el resto de sus días. Pero su obra no sería tan oscura ni su público sería tan adulto. Su público serían los niños y el color su sello.
Takashi Murakami es ahora, con un estilo propio y muy definido, al que a él le gusta definir como “Superflat “ (Superplano) y que tiene como raíces el Poku (Pop + Otaku) uno de los artistas más reconocidos de la escena actual.
A pesar de los muchos paralelismos con Warhol, Takashi Murakami no deja de ser un personaje de suma originalidad que ha sabido comercializar su arte como pocos han hecho en este mundo.
Lo que está realmente claro es que a veces las pequeñas acciones tienen grandes consecuencias y lo más importante, que uno no es nadie, por muy bueno que sea, si no sabe venderse.




1 comentario:

  1. Qué divertido y fresco!
    La biodiversidad de los contribuyentes de este blog lo van haciendo cada vez más amplio e imaginativo!

    sara

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